Diferentes voces repasan la medida cívica que se impulsa en Santa Cruz y ven que no se puede hacer con demandas poco concretas o al ritmo de los partidos políticos de turno

Dentro de la postura binario que hay desde el oficialismo y oposición en torno al paro convocado por el Comité pro Santa Cruz para este viernes 4 de marzo, también emergen lecturas que se interiorizan con otros parámetros que no son referidos por los convocantes y los detractores de esta medida que es observada por su «superficialidad, tinte político y la falta de consenso por el bien común».
Una de las lecturas en torno a esta situación fue la del analista José Orlando Peralta, quien expuso cuatro motivos por los que el paro por la democracia y la libertad puede ser políticamente inefectivo en el corto plazo y olvidado en el largo plazo. La primera se centra en que la agenda política del Gobierno nacional no tiene como prioridad la reforma de la justicia (independencia de poderes, democracia representativa-liberal) en el corto, ni largo plazo.
Y es justamente una de las demandas de los grupos movilizados dar pie a una reforma del sistema donde no intervenga la mano del partido de Gobierno, donde se respete la independencia de poderes.
En segundo lugar, Peralta observa que el paro cívico también es parte de la agenda política del Gobierno nacional, para afianzar la idea del golpe y perseguir a opositores durante toda su gestión, «no les interesa el respeto a las libertades civiles», agrega.
Además, en tercer lugar, observa que el mayoritarismo parlamentario del MAS no tiene voluntad política para hacer cambios estructurales: no le conviene en la lógica de la reproducción y mantenimiento del poder.
La dirigencia cívica no tiene sintonía ni acercamiento con el Gobierno de turno y eso frena la atención de sus demandas.
Y como cuarto punto, el politólogo señala un factor social: después de dos años sin Carnaval, el malestar de la ciudadanía está atenuado respecto a su postura con el Gobierno nacional.
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Dentro de la postura binario que hay desde el oficialismo y oposición en torno al paro convocado por el Comité pro Santa Cruz para este viernes 4 de marzo, también emergen lecturas que se interiorizan con otros parámetros que no son referidos por los convocantes y los detractores de esta medida que es observada por su «superficialidad, tinte político y la falta de consenso por el bien común».
Una de las lecturas en torno a esta situación fue la del analista José Orlando Peralta, quien expuso cuatro motivos por los que el paro por la democracia y la libertad puede ser políticamente inefectivo en el corto plazo y olvidado en el largo plazo. La primera se centra en que la agenda política del Gobierno nacional no tiene como prioridad la reforma de la justicia (independencia de poderes, democracia representativa-liberal) en el corto, ni largo plazo.
Y es justamente una de las demandas de los grupos movilizados dar pie a una reforma del sistema donde no intervenga la mano del partido de Gobierno, donde se respete la independencia de poderes.
En segundo lugar, Peralta observa que el paro cívico también es parte de la agenda política del Gobierno nacional, para afianzar la idea del golpe y perseguir a opositores durante toda su gestión, «no les interesa el respeto a las libertades civiles», agrega.
Además, en tercer lugar, observa que el mayoritarismo parlamentario del MAS no tiene voluntad política para hacer cambios estructurales: no le conviene en la lógica de la reproducción y mantenimiento del poder.
La dirigencia cívica no tiene sintonía ni acercamiento con el Gobierno de turno y eso frena la atención de sus demandas.
Y como cuarto punto, el politólogo señala un factor social: después de dos años sin Carnaval, el malestar de la ciudadanía está atenuado respecto a su postura con el Gobierno nacional.
«Un paro políticamente descontextualizado no favorece en nada a la democracia y libertad. La democracia como mecanismo y la libertad como valor, se defienden con cohesión política, pacto social y seriedad institucional, no con emociones intermitentes», manifestó Peralta.
Por su parte, el análisis del exprefecto Carlos Hugo Molina también hace foco en el Gobierno central y apunta a que existe una torpe confrontación que mantiene el MAS contra Santa Cruz, calificándola genéricamente como oligarca, separatista y golpista. Considera que el Gobierno sigue sin entender que se está enfrentando con la nueva Bolivia.
«¿Acaso, la necesidad de una justicia transparente, de un censo útil, de la suspensión de la persecución judicial del adversario, el fin del reinado de la cocaína y la corrupción, el respeto a la seguridad jurídica y a la producción, favorecen sólo a Santa Cruz? El reto es más grande que la miopía, venga de donde venga y esté vestida de ojota, poncho o levita», manifestó Molina en sus redes sociales.
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Dentro de la postura binario que hay desde el oficialismo y oposición en torno al paro convocado por el Comité pro Santa Cruz para este viernes 4 de marzo, también emergen lecturas que se interiorizan con otros parámetros que no son referidos por los convocantes y los detractores de esta medida que es observada por su «superficialidad, tinte político y la falta de consenso por el bien común».
Una de las lecturas en torno a esta situación fue la del analista José Orlando Peralta, quien expuso cuatro motivos por los que el paro por la democracia y la libertad puede ser políticamente inefectivo en el corto plazo y olvidado en el largo plazo. La primera se centra en que la agenda política del Gobierno nacional no tiene como prioridad la reforma de la justicia (independencia de poderes, democracia representativa-liberal) en el corto, ni largo plazo.
Y es justamente una de las demandas de los grupos movilizados dar pie a una reforma del sistema donde no intervenga la mano del partido de Gobierno, donde se respete la independencia de poderes.
En segundo lugar, Peralta observa que el paro cívico también es parte de la agenda política del Gobierno nacional, para afianzar la idea del golpe y perseguir a opositores durante toda su gestión, «no les interesa el respeto a las libertades civiles», agrega.
Además, en tercer lugar, observa que el mayoritarismo parlamentario del MAS no tiene voluntad política para hacer cambios estructurales: no le conviene en la lógica de la reproducción y mantenimiento del poder.
La dirigencia cívica no tiene sintonía ni acercamiento con el Gobierno de turno y eso frena la atención de sus demandas.
Y como cuarto punto, el politólogo señala un factor social: después de dos años sin Carnaval, el malestar de la ciudadanía está atenuado respecto a su postura con el Gobierno nacional.
«Un paro políticamente descontextualizado no favorece en nada a la democracia y libertad. La democracia como mecanismo y la libertad como valor, se defienden con cohesión política, pacto social y seriedad institucional, no con emociones intermitentes», manifestó Peralta.
Por su parte, el análisis del exprefecto Carlos Hugo Molina también hace foco en el Gobierno central y apunta a que existe una torpe confrontación que mantiene el MAS contra Santa Cruz, calificándola genéricamente como oligarca, separatista y golpista. Considera que el Gobierno sigue sin entender que se está enfrentando con la nueva Bolivia.
«¿Acaso, la necesidad de una justicia transparente, de un censo útil, de la suspensión de la persecución judicial del adversario, el fin del reinado de la cocaína y la corrupción, el respeto a la seguridad jurídica y a la producción, favorecen sólo a Santa Cruz? El reto es más grande que la miopía, venga de donde venga y esté vestida de ojota, poncho o levita», manifestó Molina en sus redes sociales.
La economía también se ve afectada por la falta de acercamiento entre oficialismo y oposición. Foto: R. Montero
Vía redes sociales, el análisis Alejandro Canedo refiere que un paro cívico no puede hacerse sobre ideas abstractas como “la independencia de la justicia” o sobre cosas que están en curso como “queremos un censo”.
«Si un paro cívico no tiene coerción, coordinación y sobre todo un objetivo concreto en el que buena parte de la población está de acuerdo, se parece más a un berrinche que a una medida de presión», remarcó Canedo, haciendo memoria sobre cómo este tipo de medida cívicas han logrado resultados positivos en otros tiempos y no son parte de las miles de marchitas y bloqueos que se dan cada año en Bolivia, casi todas con ningún resultado.
Para el periodista Hernán Cabrera, el paro es parte del derecho a la protesta, pero de ahí a que se instalen bloqueos y grupos de choque es el lenguaje de la violencia y atentan contra derechos humanos.
«Los cívicos bailan al ritmo que pone el MAS. Y Creemos se cuelga del Comité cívico para decir que defiende a Santa Cruz», cuestionó Cabrera